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viernes, 26 de octubre de 2012

Errores de la prevención de adicciones (I)

En las primeras entradas de este blog, se irán revisando, uno a uno, los diferentes errores que se cometen, por lo general, en la prevención de adicciones. Es un espacio abierto a la participación de quien quiera aportar ideas al respecto, discutir algunas de las planteadas y otras actividades que vayan surgiendo...

Error 1: Orientar la prevención de las adicciones desde la óptica de los problemas de drogodependencia.


El diseño de muchas actuaciones preventivas, la filosofía de los programas que se elaboran y la actitud de muchos profesionales que los aplican están contaminados de una visión muy particular: la de que la prevención se ha de hacer exclusivamente partiendo de la perspectiva que da el tratamiento de los problemas más graves asociados a esas conductas.

Es éste un primer error, que, por otra parte, está en la base de muchos otros. Las adicciones como tal pueden ser muy destructivas, y esto no parece muy discutible. Pero conviene no perder de vista que muchas personas consumen sustancias, juegan a videojuegos, se conectan a Internet, mantienen relaciones sexuales o se van de compras de manera puntual. Y que otros lo hacen de manera esporádica. Y que otros lo hacen de manera frecuente. Y que otros lo hacen de manera compulsiva. Y no parece muy inteligente elaborar programas de prevención pensando solamente en los últimos,  obviando que ese segmento de población diana representa apenas un 1% del total, cuando los programas de prevención universal, por ejemplo, se aplican al 100%.

Así que, el primer esfuerzo que tiene que hacer cualquier profesional que trate de desarrollar su trabajo en este ámbito es, precisamente, descontaminarse de la influencia que la imagen del yonqui o el cocainómano enzarpado tienen sobre su forma de desarrollar la tarea preventiva. Se hace necesario tratar el consumo de sustancias, el manejo de las nuevas tecnologías o las relaciones sexuales, por poner ejemplos de conductas potencialmente adictivas, como meras actividades, de una manera natural. Y poner el acento en la persona que las practica, qué necesidades cubre con esas actividades y de qué alternativas dispone para cubrirlas de otra manera, si fuera necesario.

Error 2. Asociar las adicciones con sustancias y no con comportamientos.

Es un hecho que el campo de las adicciones tiene su origen en el consumo de drogas. Pero el conocimiento que vamos teniendo del funcionamiento del cerebro nos está dejando claro que muchas de las reacciones químicas que en él se producen tienen que ver con actividades, conductas, prácticas, que no necesariamente pasan por introducir sustancias en el organismo.

Una actividad muy útil al hacer prevención tiene que ver, precisamente, con hacer perder a las sustancias ese aparente poder superior que tienen sobre las personas, una concepción errónea debida a procesos de personalización de un ser inerte ("la droga te mata"), fruto de una mentalidad ignorante y precientífica. Preguntar en una clase de adolescentes si las drogas son buenas o malas, y pedirles que se posicionen es toda una experiencia. Aunque, antes de hacer algo así, el propio profesional debería tener claro lo que él o ella piensa al respecto. Pero cuando, en la clase o en el grupo, se pasa a preguntar si una silla es buena o mala, se sorprenden y dan la respuesta adecuada: ni es buena ni mala, depende de cómo y para qué se utilice. Pues eso, no hay drogas buenas ni malas, mejores ni peores: las drogas son drogas. Lo que puede ser mejor o peor es el uso que se las de, y eso cae dentro de la responsabilidad de cada uno. Quizá este planteamiento haga perder el miedo a unos cuantos adolescentes, pero a cambio de que ganen en responsabilidad. Y eso se aplica a las sustancias, a los videojuegos, a la utilización de Internet o a otras conductas potencialmente adictivas. Se generaliza, y se queda puesto en el sujeto. Que, al final, es quien tendrá que ir tomando decisiones ante la posibilidad o no de llevar a cabo esos comportamientos. Y, en la medida en que tome decisiones responsables, no necesitará echar las culpas al empedrado...

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